martes, 20 de diciembre de 2022

Todo y nada

Desde que mi voz empezó a abandonarme, hace algo más de siete meses, mi vida ha echado el ancla en un presente sin fronteras. Hay una pizarra magnética en la nevera con anotaciones en cuatro colores diferentes: tareas, citas médicas, recordatorios y recados. Hay baile de números en el calendario. Hay planes de vez en cuando, unos difusos e improvisados, y otros monolíticos y rotundos que nos invitan o condenan a seguir viviendo a pesar de lo que sea. Pero todo es presente, todo es hoy aquí y ahora. El pasado se ha evaporado y el futuro es una pantalla en blanco. Silencio. Presiento que será el silencio quien al final vencerá. 

Echo de menos mis actividades anteriores. Cómo no extrañarlas si siempre, a pesar de los problemas o de las dificultades, siempre y en cualquier circunstancia, aunque me haya parecido todo lo contrario, he estado rodeada del amor más grande. Aun así, cualquier sentimiento, incluido el de añoranza, se ha acabado convirtiendo en gotas sobre una placa de Petri que observo a través de un microscopio. Los latidos de mi corazón se han quedado congelados. La expectación y el anhelo son cristales de sal. Habrá quien lo llame deshumanización, pero mi visión es otra. Trascendencia podríamos llamarlo, tratar de atravesar la puerta del sufrimiento, del miedo, del dolor. Aceptación profunda de lo que es, tal como es. Toda mi vida corriendo para acabar deteniéndome en un punto y echar raíces en él, pero al mismo tiempo ser todas y cada una de las etapas del camino, porque dentro de un árbol están todas las fases de su crecimiento. 

Y al mismo tiempo me doy cuenta de que no soy un árbol. Soy apenas un minúsculo tallo agitado por el viento que abraza a la lluvia con sus hojitas puntiagudas. Soy esa semilla que eclosionó por casualidad y que apenas asoma la cabeza sobre una costra de tierra dura. Nací para ser pequeña, apenas una vocecita, como la que sale de mis labios cuando el aire está atrapado en el cepo de esa dolencia que los médicos no terminan de identificar. Vivo para ser una más entre los miles de millones de vidas que pueblan el universo infinito. Aun así, esta vida tiene su cometido, como todas las demás, y será cumplido a galope de calendario, como está estipulado en las leyes no escritas de la Naturaleza. Al abrigo del silencio, las raíces quiebran la tierra y las hojas se alzan a la luz de la mañana. Horizonte níveo. Presente absoluto. Todo y nada. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mucha fuerza Laura ,eres muy grande y estás rodeada de mucho AMOR!!!

Anónimo dijo...

Como siempre q te leo me sacas una lágrima q otra x q quien te conoce sabe lo grande q eres, aunque tu no lo ves. TQM.
Mujer luchadora incansable y siempre con una sonrisa... ❤